Columnas de opinión

“Buenos días doña Carmelita, ¿para dónde va tan presurosa?” “¡Ay, hijo! Con este cantarito, ¿a dónde más puedo ir, si no a buscar agua a la fuente de la otra calle? En la que está cerca de la casa ya van cuatro días que no sale ni aire”.

El Instituto de Fomento Municipal -INFOM- es una entidad autónoma del Estado creada en 1957 con la finalidad de promover el desarrollo de los municipios. Estamos próximos a que INFOM celebre su 68 aniversario y dada la situación de profunda debilidad institucional que atraviesa, la cual hemos descrito brevemente en columnas previas, es legítimo preguntarse si realmente se requiere hacer todavía el esfuerzo de reconstituir sus capacidades institucionales a favor del desarrollo municipal.

Lograr que el Infom y su brazo ejecutor en agua y saneamiento, la Unidad Ejecutora del Programa de Acueductos Rurales (Unepar), vuelvan a tener verdadera utilidad pública ha implicado priorizar la reactivación y conclusión de proyectos estancados durante años, algunos incluso detenidos por más de una década.

Un crédito puede entenderse como dinero que entra y dinero que habrá de devolverse. Pero en el caso de los créditos municipales del INFOM, hablamos de algo mucho mayor: hablamos de confianza traducida en acción, de inversión con visión y de la posibilidad real de que cada municipio escriba su propia historia de progreso.

Un crédito puede entenderse como dinero que entra y dinero que habrá de devolverse. Pero en el caso de los créditos municipales del INFOM, hablamos de algo mucho mayor: hablamos de confianza traducida en acción, de inversión con visión y de la posibilidad real de que cada municipio escriba su propia historia de progreso.

Cuando una comunidad ve llegar maquinaria, brigadas técnicas y estructuras que se alzan entre montañas o aldeas, se siente la emoción de lo tangible. Se celebra el inicio de una obra como quien ve florecer una promesa. Pero lo que rara vez se celebra y pocas veces se comprende, es lo que ocurrió antes. Lo que no se ve. Lo que no brilla en fotografías ni titulares. Eso que llamamos preinversión.